Ser vulnerable

Vulnerable. Son las once de la noche y pienso en las fracturas del ser. Vagabundean el pavor y el desengaño. Dudo de mis pasos.

El agua corre por mi espalda; alargo los brazos, extiendo las piernas. Siento los músculos fatigados. Se confunde el llanto con las gotas de la ducha abierta.

Me seco. Me desvisto de seguridades. Desnuda me acuesto en la cama, envuelta en sábanas, arropada en miedos.

Pienso las distancias, en lo que pasa por mi cabeza, en la ausencia de voluntad, en las tretas de la vida para que sucumba ante mis fallidos intentos.

Alguien más me sabe presa de mis propios miedos. Retorcerme del dolor, cerrar los ojos y querer ser hoja que fluye con el viento.

La madrugada oscura; el ocaso me traga; el rocío recorre la distancia entre mis pies y el alba. Las ideas van y vienen. Suben por cuestas alocadas.

El amanecer me cubre, siento que la luz me calma. Los pulmones se expanden, el aire me posee. Jadeo, al ritmo mis pulsaciones. Mente escampada.

Siento en los dedos de los pies un hormigueo que transita al cuerpo. Con parsimonia se apodera de la piel, cosquilleo placentero.

Soy laguna de sudores y salitres, desemboco en un océano de exhalaciones breves pausas, agitada cadencia.

Al final, se detiene el tiempo. Estoy frente a ti o frente a mí o quizás no sé, desconozco en quién me he convertido después de este trayecto.